El terror a la hoja en blanco. ¿Cuántas veces he pensado en ponerme a escribir y no lo he hecho? Sin tener ninguna razón aparente, teniendo temas sobre los que opinar o, simplemente, necesitando expresarme.
Sin embargo algo me retiene. He podido hacer algún intento, y con buenos resultados y buen feedback, pero algo e sigue reteniendo. Y esto se puede extrapolar a muchos aspectos de la vida. Cosas que me gusta hacer, no se me dan mal y me apetece pero…ahí se quedan, en el limbo de los proyectos. Incluso cuando programo hacerlo. Eso es casi peor, porque entonces se acumula la frustración y el «Puf, si es que me lo propongo y nunca lo hago». y así voy creando una imagen de mi misma no demasiado alentadora.
Y se perfectamente a que se debe. A intentar ser demasiado perfecta. A no estar a la altura. Al qué dirán. A no gustar y recibir críticas. A decir algo que no guste. Todo bastante absurdo y si lo miro desde la distancia, por supuesto, pero que me impide hacer lo que quiero y me gusta.
Así que el objetivo de este blog es claro. Escribir a diario. Da igual el tema y da igual, hasta cierto punto, la calidad. Hace bastantes años también me propuse hacer un post diario en un blog…y lo logré. Con bastante éxito además. Aunque los objetivos eran diferentes. En aquel momento necesitaba demostrarme a mi misma que podría ser constante. Simplemente eso.
En esta ocasión, además de la constancia, que es algo que sigo sin creerme mucho, es quitarme el miedo a escribir, el miedo a hacerlo mal o incluso regular, a crearme el hábito de plasmar las cosas con palabras, simplemente por el hecho de hacerlo.
Así que ¡allá voy! primera publicación y sin revisar lo que he ido escribiendo del tirón, para empezar fuerte con el espíritu de la imperfección ¡Qué no se diga!
¡Towandaaaaaaaa!